Buenas y escalofriantes noches del mes de octubre 🎃 mes
que festejamos Halloween y como muchos sabrán Plegarias en la Noche siempre
espera este festejo con mucha ilusión, por eso se me ocurrió que este año salga
sus típicos cuentos de terror de los viernes por la noche a otros espacio, así
que les cuento un poco de que va esta iniciativa de “Léeme
un Cuento”.
Es muy simple todos los viernes de octubre a las 22 hs de
su país publicar un cuento de terror, pueden publicarlo escrito o con un vídeo
leyéndolo, puede ser de su autoría o de
algún autor que les guste (no se olviden de mencionar de quien pertenece),
llevando por supuesto el Banner de la iniciativa y nombrando a Plegarias en
la Noche, para que más bloggers quieran participar y llenemos este hermoso
espacio en un lugar terrorífico 💀
Espero que se animen así mientras vamos por sus espacio a
pedir dulce también nos llevamos un buen susto 👻
Un Juguete
Para Juliette
Autor: Robert Bloch
Juliette entró en su dormitorio, sonriendo, y un millar de Juliettes le devolvieron la sonrisa. Porque todas las paredes estaban cubiertas con espejos, y el techo estaba formado por paneles empotrados que reflejaban su imagen. Por todos lados donde mirara podía ver los rubios rizos que enmarcaban unos rasgos llenos de sensibilidad.
Pero Juliette no se sonreía a sí misma. Sonreía debido a que
sabía que el Abuelo estaba de vuelta y le habría traído otro juguete. Dentro de
unos momentos sería descontaminado y se lo entregaría, y deseaba estar
preparada.
Juliette giró el anillo en su dedo y los espejos se
oscurecieron. Otro giro oscurecería enteramente la habitación; un giro en
sentido contrario y los espejos volverían a brillar. Todo era cuestión de
elegir, pero ése era el secreto de la vida. Elegir, por el puro placer de
hacerlo.
¿Y qué le complacía hacer esta noche?
Juliette avanzó hacia uno de los paneles de espejo y pasó su
mano ante él. El cristal se deslizó hacia un lado, revelando una hornacina tras
él; una abertura en forma de ataúd excavada en la roca sólida, con el
dispositivo situado a su altura correspondiente. Vaciló un momento; no había
jugado a ese juego desde hacía años.
Otra vez, Juliette agitó su mano y el espejo se deslizó,
cubriendo de nuevo la abertura. Erró lentamente a lo largo de la hilera de
paneles, haciendo gestos a medida que andaba, deteniéndose para inspeccionar
uno tras otro lo que había detrás de los espejos.
Allí estaba el potro y el resto de los instrumentos: la mesa
de disección, con cientos de años de antigüedad y sus exóticos mecanismos. Tras
el siguiente panel, los cables y electrodos que producían esas muecas tan
extrañas, por no hablar de los gritos. Por supuesto, los gritos no importaban
en una habitación a prueba de ruidos.
Se dirigió hacia la pared lateral y agitó de nuevo su mano;
el obediente cristal se deslizó a un lado, y se quedó contemplando un juguete
que casi había olvidado. Era una de las primeras cosas que el Abuelo le había
traído, y era muy vieja, parecida a la caja de una momia. ¿Cómo la había
llamado? Ah, sí: la Doncella de Hierro de Nuremberg, eso era; con las afiladas
púas de acero llenando la tapa por su interior. Tenías que ir con mucho cuidado
al usarla, para no arruinar demasiado rápido la diversión.
El Abuelo le había enseñado cómo funcionaba, la primera vez
que le había traído un juguete realmente vivo. Y luego, el Abuelo se lo había
mostrado todo. Le había enseñado todo lo que sabía, puesto que era muy sabio.
Incluso le había dado su nombre sacándolo de uno de los viejos libros impresos
que había descubierto escritos por el filósofo De Sade.
El Abuelo le había traído libros del Pasado, al igual que le
había traído los juguetes. Era el único que tenía acceso al Pasado, puesto que
era el dueño del Viajero.
El Viajero era un mecanismo muy ingenioso, capaz de alcanzar
las frecuencias vibratorias que lo liberaban de los lazos del tiempo. En
reposo, era simplemente un artefacto parecido a una gran caja cúbica, del
tamaño de una habitación pequeña. Pero cuando el Abuelo accionaba los controles
y se iniciaba la oscilación, la caja se volvía borrosa y desaparecía. Estaba
todavía allí, decía el Abuelo —al menos la matriz permanecía allí, como un
punto fijo en el espacio y en el tiempo—, pero cualquier cosa o cualquier
persona que estuvieran dentro del cubo podía moverse libremente por el Pasado.
Por supuesto eran invisibles cuando llegaban allí, pero en
realidad eso constituía una ventaja, particularmente cuando se quería encontrar
cosas y traerlas. El Abuelo había traído algunos objetos realmente interesantes
desde lugares casi míticos —la gran biblioteca de Alejandría, la Pirámide de
Keops, el Kremlin, el Vaticano, Fort Knox—, todos los lugares donde estaban
almacenados los tesoros y el conocimiento que había existido hada miles de
años.
Le gustaba ir a esa parte del Pasado, el período antes de
las guerras termonucleares, y coleccionar cosas. Naturalmente, los libros, las
joyas y los metales no tenían utilidad, excepto para un anticuario, pero el
Abuelo era un romántico y le gustaban los viejos tiempos.
Era extraño pensar en él como en el dueño del Viajero, pero
por supuesto él no había sido su creador. El padre de Juliette era quien lo
había construido realmente, y el Abuelo tomó posesión de él después de que su
padre muriera. Juliette sospechaba que el Abuelo había matado a su padre y a su
madre cuando ella era todavía un bebé, pero nunca había podido estar segura de
ello. Tampoco importaba; el Abuelo era siempre muy bueno con ella, y además,
pronto iba a morirse, y entonces ella sería la dueña del Viajero.
Acostumbraban a bromear frecuentemente sobre ello.
—He hecho de ti un monstruo —decía el Abuelo—. Y algún día
tú terminarás destruyéndome. Tras lo cual, por supuesto, procederás a destruir
todo el mundo... o lo que queda de él.
—¿Y eso no te da miedo?
—Claro que no. Ése es mi sueño, la destrucción de todo. Un
final para esta decadencia. ¿Te das cuenta de que hubo un tiempo en que había
más de tres mil millones de habitantes en este planeta? ¡Y ahora hay menos de
tres mil! Menos de tres mil, encerrados en estos Domos, prisioneros gracias a
los errores de sus padres, que envenenaron no sólo el mundo exterior sino
también el espacio abierto en su intento de transformar el orden atómico del
universo. La humanidad está virtualmente extinta; lo único que harás tú será
acelerar el final.
—Pero ¿no podríamos ir hacia atrás, a otro tiempo, en el
Viajero? —preguntaba ella.
—¿Hacia atrás a qué tiempo? El continuum es
invariable; un acontecimiento conduce inexorablemente a otro, eslabones todos
de una cadena que nos conduce al presente y a su inevitable fin de destrucción.
Contamos con una supervivencia individual temporal, sí, pero de ninguna
finalidad. Y ninguno de nosotros está capacitado para vivir en un ambiente más
primitivo. De modo que quedémonos aquí y extraigamos todo lo que podamos de
este momento. Mi alegría es ser el único poseedor y usuario del Viajero. En
cuanto a la tuya, Juliette...
El Abuelo siempre se reía entonces. Ambos se reían, porque
sabían cuál era la gran alegría de ella.
Juliette mató su primer juguete cuando tenía once años. El
Abuelo se lo había traído como un regalo especial, de algún lugar del Pasado.
Pero el obsequio no quería cooperar, y ella perdió la calma y lo golpeó con una
barra de acero. De modo que el Abuelo le trajo otro juguete un poco mayor, y
éste cooperó estupendamente; pero al final ella se cansó, y un día, también se
deshizo de él.
Por supuesto, el Abuelo se enteró. Fue entonces cuando la
bautizó Juliette; y a partir de entonces le trajo muchos juguetes que ella
guardaba detrás de los espejos en su dormitorio.
Siendo invisible, podía encontrarle casi cualquier cosa en
sus viajes; todo lo que tenía que hacer era utilizar un aturdidor y
transportarlos de vuelta. Por supuesto, cada juguete tenía que ser
descontaminado muy cuidadosamente; el Pasado pululaba de extraños
microorganismos. Pero una vez los juguetes se habían vuelto adecuadamente
antisépticos eran entregados. Siempre era delicioso ese momento de anticipación
antes de que llegara uno nuevo.
¿Cómo sería? ¿Sería joven o viejo, salvaje o domesticado?
Los había tenido de todo tipo, y cada posible combinación. A veces los mantenía
vivos durante días antes de cansarse de ellos. En otras ocasiones deseaba que
todo ocurriera muy rápidamente; esta noche, por ejemplo, sabía que se sentiría
apaciguada tan sólo por la acción más directa.
Una vez se hubo dado cuenta de esto, Juliette dejó de jugar
con sus paneles de espejos y se dirigió directamente donde guardaba el
cuchillo. Sí, aún seguía allí. Ahora sabía lo que iba a hacer: llevaría el
juguete con ella a la cama y luego, precisamente en el momento adecuado,
combinaría sus dos grandes alegrías.
Se estremeció de anticipación; luego de impaciencia.
¿Qué clase de juguete sería? Recordó aquel otro, suave y
frío, Benjamín Bathurst, un diplomático inglés del tiempo que el Abuelo llamaba
las Guerras Napoleónicas. Y luego a la aviadora norteamericana, de un poco
después en el Pasado; y también uno de los regalos más especiales: toda la
tripulación de un velero llamado María Celeste. ¡Le habían durado semanas!
Sorprendentemente, en ocasiones había llegado incluso a leer
cosas sobre sus juguetes después. Porque cuando el Abuelo se acercaba a ellos
con su aturdidor y los traía, desaparecían para siempre del Pasado, y si de
alguna forma eran conocidos o importantes en su tiempo, tales desapariciones
eran notadas. Así, algunos de los libros relacionaban «misteriosas
desapariciones» que ocurrían de tanto en tanto y que, por supuesto, nunca eran
explicadas.
Juliette palmeó la almohada, ahuecándola, y volvió a dejarla
en su sitio, deslizando debajo el cuchillo. Ya no podía esperar más; ¿qué era
lo que lo estaba entreteniendo? ¿Por qué no llegaba aún su juguete?
De pronto, la voz de su Abuelo le llegó desde el altavoz.
—Querida, te envío una pequeña sorpresa.
Eso era lo que decía siempre; formaba parte del juego.
Juliette soltó el mando del comunicador.
—Me muero de la curiosidad —dijo—. Dime cómo es.
—Es un inglés. De la época victoriana. Muy formal y educado,
por lo que parece.
—¿Joven? ¿Guapo?
—Aceptable.
El Abuelo dejó escapar una risita.
—¿Quién es, alguien de los libros?
—Ignoro su nombre. No encontramos identificación durante la
descontaminación. Pero por sus ropas y modales, y el pequeño maletín negro que
llevaba cuando lo descubrí a primeras horas de esta madrugada, calculo que debe
de ser un médico regresando de alguna llamada de urgencia.
Juliette sabía lo que eran los médicos por sus lecturas, por
supuesto; como sabía lo que significaba «Victoriano». De algún modo, la
combinación parecía correcta.
—¿Formal y educado? —rió ella.
El Abuelo rió también.
—Tienes algo en mente, estoy seguro.
—Sí.
—¿Puedo observar?
—No esta vez.
—Muy bien.
—No te enfades. Te quiero.
Juliette cortó la comunicación. Justo a tiempo, porque la
puerta se estaba abriendo, y el juguete entró.
Ella lo miró, dándose cuenta de que el Abuelo había dicho la
verdad. El juguete tendría unos treinta y tantos años, atractivo pero no guapo.
No podía serlo, enfundado en aquel traje oscuro y con aquellas ridiculas
patillas. Había algo casi deprimentemente refinado en él.
Un victoriano enrojeciendo, con la constitución de un toro
¡e ignorante de que aquél era su matadero. Era tan divertido que ella no pudo
dominarse; avanzó inmediatamente y lo rodeó con sus brazos.
—¿Quién, quién es usted? ¿Dónde estoy?
Las preguntas habituales, formuladas de la forma habitual.
Normalmente, Juliette se hubiera divertido dando respuestas evasivas destinadas
a desconcertar. Pero esta noche sintió una impaciencia que no hizo más que
aumentar cuando abrazó al juguete. Este empezó a respirar pesadamente,
reaccionando, pero seguía desconcertado.
—Dígame, no comprendo. ¿Estoy vivo? ¿O esto es el cielo?
Ella se tendió de espaldas.
—Estás vivo, querido —murmuró—. Maravillosamente vivo. Pero
mucho más cerca del cielo de lo que piensas.
Y para probar esa afirmación, su mano libre se deslizó bajo
la almohada y buscó a tientas el cuchillo.
Pero el cuchillo ya no estaba allí. De alguna forma, había
hallado el modo de abrirse camino hasta la mano del juguete. Y el juguete ya no
era formal y educado; su rostro era como algo surgido de una pesadilla. Sólo un
atisbo, antes de que el cegador destello de la hoja se abatiera sobre ella, una
y otra y otra vez...
La habitación, naturalmente, era a prueba de ruidos. No
descubrieron lo que quedaba de ella hasta pasados varios días. Allá en Londres,
tras el último y misterioso crimen cometido a primeras horas de la madrugada,
jamás se encontró a Jack el Destripador.
Uy genial historia. El cazador fue cazado. Te mando un beso
ResponderEliminarAsí es jeje 🎃🎃🎃
EliminarUn besote
Magnífico y terrorífico cuento, con la fórmula del cazador cazado.
ResponderEliminarLa habitación que tenía para su macabro pasatiempo se convirtió en una trampa mortal para Juliette.
Robert Bloch es un escritor de El Círculo de Lovecraft. Y una de sus novelas fue adaptada a la película Psicosis.
El cuento tiene una continuación en El merodeador en la ciudad al borde del mundo, un cuento de Harlan Ellison. Un cuento muy gore.
Buena elección para este viernes.
Besos hacia tu noche.
Tengo que leer esa continuación 😮
EliminarBesos amigo
Increíble, es buenísimo, las imágenes se suceden y se hace corto.
ResponderEliminarNo suelo leer cosas así, pero creo me lo pensaré en adelante.
Si me permites y fuera del horario que has establecido lo escribo y lo publico en breve.
Un abrazo, Tiffany, excelente propuesta
Hola!!! Claro que puedes hacerlo 💜 me encanta que te hayas sumado 🎃
EliminarUn abrazo!!!
Maravilloso el maestro Robert Bloch. No conocía este lugar tuyo pero me gustara venir. Y quizás suba ese día un cuento, silo encuentro, porque ya lo subí hace tiempo y borre una gran parte del blog.
ResponderEliminarErik
O cambio de una jodida vez el teclado o martilleo la barra espaciadora que funciona cuando quiere.
EliminarSalud
Jajaja el teclado del terror 🎃 bienvenido Erik a Plegarias en la Noche
EliminarEs magnifico, he empezado a leerlo rápido porque he visto que era largo (y siempre ando con prisas) pero me he ido deteniendo para disfrutar su lectura, volveré el viernes preparada para seguir. Un abrazo
ResponderEliminarTienes que leerlo con más calma Ester que sino te perdés todo lo bueno 🎃
EliminarUn abrazo!!!
Mi preciosa hace tiempo que he tenido que estar ausente,
ResponderEliminarultimamente mi blog da error en comentarios,
hasta en mi mismo blog ...
Te dejo por ahora un abrazo que estes bien
en cuanto mire que pasa, te comento mejor o desde el móvil
llevo ya dos meses así y nada sigue con ese error
Preciosas propuestas y relato como tú.
Pasa un bonito día
Oh amiga que lastima pero seguro que es error de Blogger o de Google, fijate con otro navegador.
EliminarUn besote!!!
Me encanto el cuento creo que tiene algo que te tiene enganchado hasta terminarlo. Enhorabuena a su autor y felicidades a ti por hacer este Octubre tenebroso ajja. Un besazo.
ResponderEliminarUn gran autor y gracias a vos preciosa por ser la primera en sumarse a esta iniciativa 💜
EliminarUn besazo!!!
Muy bueno!!! Me encantó tu propuesta y este relato que dejaste.
ResponderEliminarBeso escalofriante y que tengas un excelente fin de semana.
Me alegra que te haya gustado Pau 💗
EliminarBesos escalofriantes para vos también 🎃
¡Hola!
ResponderEliminarMenudo final, no me lo esperaba para nada y me ha encantado. Juliette al final parece que se topó con alguien igual a ella. Y que mal rollo pensar que el mundo pueda llegar a tener un final así de horrible...
¡Un besito!
Muy cierto >_<
EliminarUn besito!!!
Qué buen final! El cazador cazado, totalmente. Me ha encantado.
ResponderEliminarBesotes!!!
Así es amiga jejeje
EliminarBesotes!!!
Nice chilling story, first time I've read about it
ResponderEliminaror a plot like this.
Ann
https://roomsofinspiration.blogspot.com/
It's cool that you liked it :D
Eliminar¡Hola Tiffany!
ResponderEliminarVaya sorpresa se llevó la pobrecilla Juliette🤯
Me ha dejado fría el horror genuinamente logrado en esta historia, consigue meternos de lleno en la historia, y con una ingeniosa trama con impactante sorpresa final.
Un abrazo!
Siiiiiii nadie se esperaba ese final *-*
EliminarUn abrazo!!!
me gustó el hecho de que el escritor armara el argumento de su relato con las personas reales de las que no se sabe qué pasó con ellas en su propio espacio-tiempo histórico.
ResponderEliminaren el mundo del ajedrez tenemos por ejemplo al ajedrecista polaco rotlewi quien luego de quedar en cuarto lugar en el gran torneo de carlsbad de 1911, dejó las competiciones por un problema de tipo mental y a través de los años se le llegó a rastrear algunas partidas que jugó hasta el año 1917 más o menos y dándosele por muerto "oficialmente" en 1920, pero que nunca se le halló tumba alguna.
un relato inquietante el de robert bloch como tiene que ser.
un beso.
Hay muchos autores que toman ese tipo de personajes para sus narrativas, si te pones a curiosear te vas a tomar con un montón ;)
EliminarUn beso
Hola, Tiffany.
ResponderEliminarTe he ido leyendo, más bien, te he visto nombrada en algunos blogs y la curiosidad me ha traído aquí, aunque creo que ya estuve alguna vez.
Inquietante esta historia, la verdad, y te agradezco el aporte que he disfrutado con esos giros así como ¡¡uffa!! si se me permite la expresión.
Me gustaría poder participar en alguna ocasión y por lo que he leído, no hay más regla que la de publicar en fecha y hora y mención a tu blog. Pues no te apures, si tengo tiempo, participaré.
Un placer llegar hasta aquí.
Un beso.
Ojala te animes ;)
EliminarUn beso!!!
Un gran autor sin duda <3
ResponderEliminarAbrazos!!!
Hola Tiffany, murinus2009 aquí.
ResponderEliminarQue buena historia! me gustó mucho! Gracias por compartirla Tiffany!
Debo decir que al principio pensé que sería sobre algún juguete maldito o algo así, pero conforme avanza la historia, toda la ambientación, ese mundo de pesadilla, decadente, con una humanidad consumiéndose poco a poco hasta su final, en verdad da horror el imaginarlo, luego los personajes: el abuelo, Juliette, la posible identidad de los primeros "juguetes" ah! Y cuando llega ese, Caballero Victoriano, JAJA! hubieras visto mi sonrisa Tiffany! y como se me iluminaron los ojos porque intuí la identidad del " pobre juguete" y dije ay! Juliette, pobre de ti! Ahhh! Fue Genial! (Por suerte traía cubrebocas o la gente se habría quedando viendo mi risa y pensando: Ay! Un loco! Ja jajaja.
Que buena! buena historia! gracias otra vez por compartirla Tiffany!
De Robert Bloch, solo escuché alguna vez (en radio) su cuento, El Vampiro Estelar, me gustó y sabía de su novela, Psicosis. Es todo, parece que me pierdo buen material de este escritor del círculo de Lovecraft.
Me uno también a querer leer la posible continuación de esta historia hecha por Harlan Ellison que menciona @ El Demiurgo De Hurlingham.
Por cierto quienes lo deseen pueden pasar al blog:
Archivosdelostracismo.blogspot.
A leer el cuento de la INICIATIVA Leeme Un Cuento, se llama:
El Trepador De Iglesias.
De nueva cuenta muchas gracias por compartir el cuento de hoy Tiffany, en verdad me gustó mucho! hace tiempo no me entusiasmaba tanto al leer una historia.
Que Estés Genial Tiffany.
Nos vemos pronto.
Jajaja el milagro de los cubrebocas 🤣 me alegra que te haya gustado yo también alucine cuando lo leí 😍 hice bien en compartirlo jeje
EliminarSaludos
Que tal Tiffany!
ResponderEliminaresta epoca es fabulosa para los amantes de la noche, la luna y la oscuridad. Tu blog es maravilloso y yo te deseo una noche terrorifica 。・:*:・゚★,。・:*:・゚☆
Gracias linda!!!
EliminarUn beso
Hola Tiffany :) recién me pongo al día con este cuento y me ha gustado muchisimo. Tremendo giro final, no me lo habría esperado! Juliette probó de su propia medicina.
ResponderEliminarExcelente relato, me mantuvo expectante hasta el final. Un abrazo ^^!
Hola Tiffany!!
ResponderEliminarInteresante el relato, gracias por el post.
Besos💋💋💋