domingo, 3 de diciembre de 2023

LECTURA CONJUNTA: Charlie y la Fábrica de Chocolate de Roald Dahl 📚


Hola mis queridos lectores de Plegarias en la Noche  💖 comenzamos diciembre mes de la Navidad donde Papá Noel le podemos pedir algunos libritos 🎅 y también este mes nos trae es un estreno en el cine espectacular 🎬



Para sumarse a esta Lectura Conjunta bien chocolatosa 🍫 e ir luego al cine a ver esta nueva adaptación de Willy Wonka, solo son unos simples pasos: ser SEGUIDOR del blog y enviarme un mail a plegariasenlanoche@gmail.com con el asunto “LECTURA CONJUNTA” donde les comentare por ese medio las opciones que tendrán para unirse, como también alguna que otra sorpresita más ❤


SINOPSIS

El señor Wonka, dueño de la magnífica fábrica de chocolate, ha escondido cinco billetes de oro en sus chocolates. Quienes los encuentren serán los elegidos para visitar la fábrica y obtener un fabuloso regalo. 

Charlie tiene la fortuna de encontrar uno de esos billetes y, a apartir de ese momento, su vida cambiará para siempre.


domingo, 26 de noviembre de 2023

El Tren de los Huérfanos/Orphan Train de Christina Baker Kline



Sinopsis

Entre 1854 y 1929, los llamados trenes de huérfanos partieron regularmente de las ciudades de la Costa Este de Estados Unidos hacia las tierras de labranza del Medio Oeste, llevando miles de niños abandonados cuyos destinos quedarían determinados por la fortuna o el azar. ¿Serían adoptados por una familia amable y afectuosa, o se enfrentarían a una adolescencia de trabajo duro y servidumbre?

La inmigrante irlandesa Vivian Daly fue uno de esos niños, enviada por ferrocarril desde Nueva York hacia un futuro incierto a un mundo de distancia. Ahora, muchas décadas más tarde, Vivian es una anciana que lleva una vida tranquila y apacible en la costa de Maine, y los acontecimientos de su infancia se han convertido en un recuerdo vago. Sin embargo, en arcones de su desván se ocultan vestigios de un pasado turbulento.

Molly Ayer, una joven de diecisiete años, sabe que cumplir con un servicio a la comunidad ayudando a una anciana viuda a ordenar sus trastos es lo único que puede salvarla de terminar en un centro de menores. Pero a medida que Molly ayuda a Vivian a revisar sus recuerdos y posesiones, descubre que ambas tienen mucho en común. Molly, una india Penobscot que ha pesado su adolescencia entrando y saliendo de casas de acogida, también ha sido educada por desconocidos y tiene preguntas sobre su pasado de las que aún no ha obtenido respuesta.


“Siento que tengo diez años más de los que tengo. Conozco demasiado; he visto lo peor de la gente, la gente más desesperada y egoísta, y este conocimiento me hace cauta…”


Opinión Personal

¿Cuál fue el libro que hayas leído basado en hechos reales? Este año decidí hacer algunas Lecturas Conjuntas con libros de esta temática o que sean un poco más reales. El Tren de los Huérfanos/Orphan Train su título original es un libro que realice su Lectura Conjunta por el mes de marzo en la cual me hizo pasar por muchos estados de ánimos ya que es una historia que se basa en un hecho real ya que este tren de los huérfanos en realidad existió.  


Esta historia está contada en dos épocas distintas con dos protagonistas diferentes pero que tienen algo en común, son huérfanas.


Molly Ayer es nuestra primera protagonista, una adolescente de unos 17 años, gótica y que vive en una casa de acogida. Si buscan un poquito en Estado Unidos se usa mucho este tipo de “adopciones” (desconozco si en otros países se aplica, en Argentina por ejemplo no se hace) quien se les paga a una familia para que tengan en su hogar un niño/a huérfano/a por un tiempo, ya que si no es de su agrado los devuelven como si fuera cualquier objeto fallado. Molly es de ese caso, no es si primera casa de acogida en la que está viviendo a su corta edad.  Un día ella como una gran lectora se termina metiéndose en problemas porque decide llevarse de la biblioteca el ejemplar más viejito de Jane Eyre, obviamente un robo es un robo que puede terminar encerrada en un centro de menores. Por eso su novio Jack aparte que casi se muere el pobre cuando se entera lo que hizo su novia y que le recalca que tranquilamente si se lo hubiera pedido se lo hubiera comprado (las lectoras amamos los novios así jajaja) así que para que su novia no termine en un centro de menores tuvo la genial idea de que haga unas 50 hs en la casa donde trabaja su mamá  acomodando el desván de una anciana que ella cuida. Lo que no sabía Molly que ese desván estaba lleno de recuerdos de esta señora de unos 91 años llamada Vivian Daly.


Vivian Daly es nuestra segunda protagonista. Vivian a medida que la vamos conociendo nos damos cuenta que no es su nombre biológico ya que igual que Molly también fue una niña huérfana y no solo eso, sino que inmigrante.

 Como les comente al principio esta historia esta situada en dos épocas distintas la historia de Molly y Vivian estamos en el 2011. Pero cuando Vivian empieza a contarnos su vida nos empezamos a situar en 1929 hasta 1943 donde su verdadero nombre era Niamh, una niña irlandesa de unos 9 años quien perdió a su familia en un incendio. Niamh es llevada con otros niños huérfanos a un tren donde hacían parada en algunas ciudades para que algunas familias los adoptaran o directamente los tuvieran como sirvientes, lo único que tenían que garantizar estas familias es que ellos fueran a la escuela. La realidad es que a través que leemos la historia de Niamh es que eso no se aplicado ni con ella ni con otros niños.

 

“SE BUSCAN

CASAS PARA NIÑOS HUÉRFANOS.

UN GRUPO DE NIÑOS SIN HOGAR DEL ESTE LLEGARÁ A LA ESTACIÓN TERMINAL DE…

LA DISTRIBUCIÓN SE AFECTUARÁ A LAS 10 DE LA MAÑANA.

ESTOS NIÑOS SON DE EDADES DIVERSAS Y DE AMBOS SEXOS QUE HAN QUEDADO SOLOS EN EL MUNDO…”

 

Niamh termina siendo adoptada por una familia que necesitaba a alguien para coser “gratis” pero que nunca iban a terminar siendo sus padres. Con esta familia termina perdiendo su nombre y la terminan llamando Dorothy. Es aquí donde vemos la discriminación que podía sufrir un niño/a inmigrante en Estados Unidos en esa época. Según su nombre irlandés no era de confiar menos que ella sea pelirroja. Tampoco se aplicaron a la única regla que era que ella fuera a la escuela. A medida que vamos leyendo se va convirtiendo la historia de Niamh o ahora llamada Dorothy de lo más estremecedora. Pensando que no podía ser peor la familia que la acogió termina devolviéndola para que la lleven a otra familia muchísimo peor, lo único bueno es que la dejaban ir a la escuela. En este nuevo hogar era más deprimente que la anterior, solo la querían para que cuidaran a los hijos de esta nueva familia. Pensaba todo el tiempo que no podía que más le podía pasara aparte de la discriminación y el abuso infantil que estaba recibiendo hasta que leí que casi la terminan violando teniendo solo 10 años. La impotencia que me agarro de leer esas páginas no se lo pueden imaginar. Me daba muchas ganas de entrar en el libro y sacarla de ese lugar a esa niña.

Como dije lo único bueno es que al fin pudo ir a la escuela y es donde hasta la actualidad un niño o niña que esté pasando por esta situación tengan la contención de la institución, de sus maestros y/o profesores Dorothy por suerte la pudo recibir. Quien gracias a su maestra fue sacada de ese hogar del horror. Aunque su maestra la llevo a vivir con ella en un hogar para señoritas era momentáneo. Hasta que consigue un nuevo hogar que al principio era para ayudar en la tienda de una familia conocida de la casera donde vivía su maestra esta familia que la adopto tuvo la mala suerte que su única hija falleció. A medida que van conociendo a Dorothy se van encariñando mucho con ella hasta que la termina queriendo como su hija y es ahí donde recibe el nombre de Vivian, cuyo nombre es de la hija que ellos perdieron. Aunque hasta aquí resulta que termino todo feliz después vamos conociendo más la vida de Vivian como adolescente y como adulta con muchísimas más tristezas con algunos otros secretos.


Es una historia de lo más linda y triste a la vez donde se muestra la realidad de Estados Unidos en cuando a las adopciones que por más que haya pasado el tiempo no ha cambiado en lo absoluto. Solo las formas. Obviamente lo recomiendo muchísimo para cualquier lector que lea tanto este tipo de historias como el que no, siempre hace bien salir de la zona de confort.


Sobre la Autora


Christina Baker Kline (Cambridge, 1964) es novelista, ensayista y editora británica. Se lincenció en Yale, Cambridge, y en la Universidad de Virginia, donde obtuvo una beca Henry Hoyns en Escritura de Ficción. Entre 2007 y 2010 una beca de la Universidad de Fordham le permitió dedicarse en exclusiva a escribir. Llegó a trabajar en diferentes empleos en la costa de Maine. Sus ensayos, artículos y reseñas han aparecido en medios como el San Francisco Chronicle, The Literarian y Psychology Today. Es coeditora en el Mirror, con Anne Burt, de una colección de ensayos personales bajo el nombre de About Face: Woman Write About What They See When They Look. Y ha escrito junto a su madre, Christina Looper Baker, The Conversation Begins (1994) sobre madres e hijas y feminismo. Además con El Tren de los Huérfanos (2013), ocupó el número uno en las lista de libros más vendidos del New York Time. Ha publicado las novelas Bird in Hand (2009), The Way Life Should Be (2007), Desire Lines (1990) y Sweet Water (1993). Colabora, con su tiempo y sus habilidades como editora, con diversas organizaciones en New Jersey y Maine: Volunteer Lawyers for Justice y JumpStart, son algunas. Vive en una vieja casa en Montclair, New Jersey, con su marido y tres hijos.


domingo, 19 de noviembre de 2023

La Historia del Abanico


Un abanico es un instrumento y un complemento de moda ideado para que con un juego de muñeca rítmico y variable se pueda mover aire y facilitar la refrigeración cuando se está en un ambiente caluroso. Se considera originario de Oriente y su fabricación es delicada, en especial cuando presenta diseños artísticos y materiales de calidad. Con antecedentes en el flabelo egipcio, su estructura evolucionó del tipo fijo circular al modelo plegable.


De etimología latina, diminutivo de «abano»,​ a partir de «vannus», nombre que en la cultura agrícola romana recibía un utensilio usado para aventar la cascarilla de los granos de cereal, y en las cocinas para avivar el fuego.



Sin recuperar su pasado glorioso, todavía hay en Occidente importantes fábricas de abanicos,​ en especial en España (Comunidad Valenciana y Andalucía) y América (México y Puerto Rico).



Se tiene constancia de que antes de aparecer el abanico plegable ya se elaboraban ejemplares hechos de encaje y plumas. Y por lo que respecta al tipo tradicional de abanico de varillas desplegables, se pueden distinguir sucesivos estilos con el paso del tiempo. Así, en los siglos XVI y XVII, en España, el abanico, de madera o marfil, con "país" de tela o cabritilla bordada, solía ser de "vuelo corto" (13 varillas), como el que muestra en sus retratos de corte Isabel, primera esposa de Felipe IV, o La dama del abanico, pintada por Velázquez.



En el siglo XVIII, dejando de ser un complemento exclusivo de las clases altas, se popularizó el abanico de madera de vuelo corto y país reducido, como el que muestra la joven con la mantilla blanca en un pastel de Lorenzo Tiepolo. En la primera mitad del siglo XIX, se ponen de moda los pequeños ejemplares de la época Imperio, que con el Romanticismo se estilarán de mayores dimensiones y con filigrana de calado, dorado y decoración, precedentes del pericón. En ambas épocas se impone la novedad del papel impreso con grabado.



Se ha constatado que antes del siglo XX, pintores famosos que habitualmente participaron en la decoración de los abanicos se resistían a firmar sus obras y sólo lo hacían cuando eran regalos para damas de alcurnia, ofrecidos por el propio pintor. A partir del siglo XX, es normal que se firme cuando se ha pintado a mano.



Dos leyendas sitúan el origen o la invención del abanico en el Lejano oriente. Una de ellas cuenta que, durante la festividad de las antorchas, la bella Kau-Si, hija de un mandarín, sofocada por el calor se quitó el antifaz que preservaba su intimidad, y con gesto nervioso y energía singular lo agitó ante su nariz llegando a formar una cortina que, además de lograr que su rostro siguiera invisible para los curiosos —por estar prohibida su visión a los hombres—, refrescó el aire que la circundaba; el gesto atrevido, pero inteligente, fue imitado por el resto de las damas que la acompañaban, para general alivio.



La otra leyenda llega de Japón y hace referencia más técnica al origen del abanico plegable. Ocurrió una noche calurosa en el hogar de un humilde artesano de abanicos, cuando un murciélago que entró por la ventana abierta fue a estrellarse contra la llama de un candil cuando el hombre lo trataba de espantar acuciado por su asustada mujer. Al día siguiente, la curiosidad del artesano le llevó a imitar las membranas plegables de las alas del murciélago en la elaboración de un abanico. Sea cierto o no tal origen, los más antiguos abanicos plegables japoneses se llaman «komori», en japonés "murciélago".



La umbela o quitasol y el flabellum, gran abanico fijo de largo mango, se consideran precedentes en Egipto —al menos desde la dinastía XIX— y en Asia del modesto y funcional abanico plegable y sus variantes occidentales. Ya en la tumba de Tutankamón se depositaron, como parte del ajuar del faraón, dos abanicos con mango de metales preciosos. Asimismo aparecen en los templos de Medinet-About y en las tumbas de Beni-Hassan, decorando algunas pinturas y bajorrelieves grandes abanicos de plumas de avestruz, semicirculares o triangulares, usados al parecer para ahuyentar insectos y disipar el calor. Y como también en Asiria sus monarcas aparecen escoltados por sendos esclavos con parasoles, la investigadora Ruiz Alcón razona que el sencillo hecho de espantarse las moscas se convirtió en atributo de los poderosos y la suntuosidad.


A partir del siglo V antes de Cristo, el flabelo egipcio aparece en la Antigua Grecia representado en forma de palmeta en diversos tipos de vasos pintados, con el mango más corto y manejable, de modo que pudiera utilizarse con una sola mano. También se han encontrado flabelos en la civilización etrusca de donde se suponen pasaron a la Antigua Roma. Se conservan pinturas donde esclavos abanican con flabelos a las matronas o para avivar el fuego de los sacrificios.




Objeto esencial en las culturas china y japonesa, tanto en ceremonias como en el teatro, que sintetiza la fantasía de estos pueblos en los diferentes tipos de abanico. Fabricado en bambú, seda, papel, marfil, tortuga, plumas y crespones, su suntuosidad llegaría en ocasiones a hacerlo inútil para su original objetivo: darse aire.​ Uno de los más famosos fue el que en el siglo XVII el emperador chino Chun-Hi le regaló a su esposa; estaba fabricado en jade blanco, con mango de ámbar tallado con bajorrelieves. En China, el origen del abanico rígido se sitúa hacia 2697 a. C., con el emperador Hsiem Yuan, y la referencia escrita más antigua (1825 a. C.) menciona dos abanicos de plumas ofrecidos al emperador Tchao Wong, de la dinastía Zhou.



Casi limitado a su uso ceremonial en China, sin embargo en Japón el abanico ha estado unido a lo cotidiano y a lo artístico; sobresalen en especial los relacionados con la ceremonia del té, los usados como objetos en el ritual Shinto, y los abanicos del atrezo teatral, como los exhibidos en los dramas Noh y el «tessen» o abanico de guerra.



En Europa se conoce desde el siglo XVI, traído de Oriente por los navegantes y comerciantes portugueses. Objeto raro y caro, fue en principio privilegio de damas linajudas, como Isabel I de Inglaterra que llegó a pagar 500 coronas por un bello ejemplar. Eran aquellos, en general, objetos de fantasía con elaborados trabajos de orfebrería en los mangos y cuerpo de exóticas plumas. Otros modelos, como los que pinta en Venecia Tiziano, eran los llamados de banderita, muy comunes en la Italia del siglo XVII.


La más antigua referencia documental en España aparece en la Crónica de Pedro IV de Aragón, donde entre los varios servidores del rey se cita "el que llevaba el abanico". También se mencionan "dos «ventall» de raso" en el inventario de bienes del príncipe de Viana; y en contextos relacionados con la liturgia eclesiástica aparecen con frecuencia los «flabellum». Todas son referencias de finales del siglo XV, anteriores al comercio de la península ibérica con Oriente, que fue la vía por la que llegaron a Europa los abanicos plegables.




Los primeros maestros abaniqueros conocidos en España son del siglo XVII. Así, se cuentan en Madrid Juan Sánchez Cabezas, Juan García de la Rosa, Francisco Álvarez de Borja o Jerónimo García. Con ellos trabajan pintores como Duarte de Pinto y Juan Cano de Arévalo. Una muestra de los abanicos bordados españoles en aquel Siglo de Oro es el que aparece en La dama del abanico, cuadro pintado por Velázquez hacia 1635. En Sevilla, trabajan los talleres de Carlos de Arocha, José Páez y Alonso de Ochoa. Del 8 de junio de 1693 se guarda noticia de una solicitud de abaniqueros madrileños para crear un gremio, que no llegó a cuajar.




Los defectos técnicos de los abanicos españoles hicieron que su producción fuera superada a finales del XVII por los fabricantes franceses e italianos. La perdida primacía no se restableció hasta el último cuarto del siglo XVIII, cuando el gobierno de Carlos II decidió subvencionar esa industria, traer de Italia un buen maestro en el oficio y limitar la entrada en España de abanicos extranjeros. En ese mismo periodo, también en Madrid, se conocen talleres en la calle del Carmen y en la Red de San Luis.



En un principio su uso era común para ambos sexos, llevando los hombres pequeños ejemplares en el bolsillo, y las mujeres unos de mayor tamaño como el "abanico de pericón". Su utilización se hizo progresivamente exclusiva de las damas, llegando a desarrollar un complicado código o "lenguaje del abanico" (según la posición en la que se situaba, o la forma de sostenerlo o usarlo, se estaba transmitiendo un tipo de mensaje u otro).



Así, por ejemplo, abanicarse rápidamente mirándote a los ojos se traducía como “te amo con locura”, pero si se hacía lentamente, el mensaje era muy distinto: “estoy casada y me eres indiferente”. Abrir el abanico y mostrarlo equivalía a un: “puedes esperarme”. Sujetarlo con las dos manos aconsejaba un cruel “es mejor que me olvides”. Si una mujer dejaba caer su abanico delante de un hombre, el mensaje era apasionado "te pertenezco". Si lo apoyaba abierto sobre el pecho a la altura del corazón: “te amo”. Si se cubría la cara con el abanico abierto: “Sígueme cuando me vaya”.



Si lo apoyaba en la mejilla derecha equivalía a un “sí”, pero si lo apoyaba sobre la izquierda era un “no” rotundo y cruel.