domingo, 19 de noviembre de 2023

La Historia del Abanico


Un abanico es un instrumento y un complemento de moda ideado para que con un juego de muñeca rítmico y variable se pueda mover aire y facilitar la refrigeración cuando se está en un ambiente caluroso. Se considera originario de Oriente y su fabricación es delicada, en especial cuando presenta diseños artísticos y materiales de calidad. Con antecedentes en el flabelo egipcio, su estructura evolucionó del tipo fijo circular al modelo plegable.


De etimología latina, diminutivo de «abano»,​ a partir de «vannus», nombre que en la cultura agrícola romana recibía un utensilio usado para aventar la cascarilla de los granos de cereal, y en las cocinas para avivar el fuego.



Sin recuperar su pasado glorioso, todavía hay en Occidente importantes fábricas de abanicos,​ en especial en España (Comunidad Valenciana y Andalucía) y América (México y Puerto Rico).



Se tiene constancia de que antes de aparecer el abanico plegable ya se elaboraban ejemplares hechos de encaje y plumas. Y por lo que respecta al tipo tradicional de abanico de varillas desplegables, se pueden distinguir sucesivos estilos con el paso del tiempo. Así, en los siglos XVI y XVII, en España, el abanico, de madera o marfil, con "país" de tela o cabritilla bordada, solía ser de "vuelo corto" (13 varillas), como el que muestra en sus retratos de corte Isabel, primera esposa de Felipe IV, o La dama del abanico, pintada por Velázquez.



En el siglo XVIII, dejando de ser un complemento exclusivo de las clases altas, se popularizó el abanico de madera de vuelo corto y país reducido, como el que muestra la joven con la mantilla blanca en un pastel de Lorenzo Tiepolo. En la primera mitad del siglo XIX, se ponen de moda los pequeños ejemplares de la época Imperio, que con el Romanticismo se estilarán de mayores dimensiones y con filigrana de calado, dorado y decoración, precedentes del pericón. En ambas épocas se impone la novedad del papel impreso con grabado.



Se ha constatado que antes del siglo XX, pintores famosos que habitualmente participaron en la decoración de los abanicos se resistían a firmar sus obras y sólo lo hacían cuando eran regalos para damas de alcurnia, ofrecidos por el propio pintor. A partir del siglo XX, es normal que se firme cuando se ha pintado a mano.



Dos leyendas sitúan el origen o la invención del abanico en el Lejano oriente. Una de ellas cuenta que, durante la festividad de las antorchas, la bella Kau-Si, hija de un mandarín, sofocada por el calor se quitó el antifaz que preservaba su intimidad, y con gesto nervioso y energía singular lo agitó ante su nariz llegando a formar una cortina que, además de lograr que su rostro siguiera invisible para los curiosos —por estar prohibida su visión a los hombres—, refrescó el aire que la circundaba; el gesto atrevido, pero inteligente, fue imitado por el resto de las damas que la acompañaban, para general alivio.



La otra leyenda llega de Japón y hace referencia más técnica al origen del abanico plegable. Ocurrió una noche calurosa en el hogar de un humilde artesano de abanicos, cuando un murciélago que entró por la ventana abierta fue a estrellarse contra la llama de un candil cuando el hombre lo trataba de espantar acuciado por su asustada mujer. Al día siguiente, la curiosidad del artesano le llevó a imitar las membranas plegables de las alas del murciélago en la elaboración de un abanico. Sea cierto o no tal origen, los más antiguos abanicos plegables japoneses se llaman «komori», en japonés "murciélago".



La umbela o quitasol y el flabellum, gran abanico fijo de largo mango, se consideran precedentes en Egipto —al menos desde la dinastía XIX— y en Asia del modesto y funcional abanico plegable y sus variantes occidentales. Ya en la tumba de Tutankamón se depositaron, como parte del ajuar del faraón, dos abanicos con mango de metales preciosos. Asimismo aparecen en los templos de Medinet-About y en las tumbas de Beni-Hassan, decorando algunas pinturas y bajorrelieves grandes abanicos de plumas de avestruz, semicirculares o triangulares, usados al parecer para ahuyentar insectos y disipar el calor. Y como también en Asiria sus monarcas aparecen escoltados por sendos esclavos con parasoles, la investigadora Ruiz Alcón razona que el sencillo hecho de espantarse las moscas se convirtió en atributo de los poderosos y la suntuosidad.


A partir del siglo V antes de Cristo, el flabelo egipcio aparece en la Antigua Grecia representado en forma de palmeta en diversos tipos de vasos pintados, con el mango más corto y manejable, de modo que pudiera utilizarse con una sola mano. También se han encontrado flabelos en la civilización etrusca de donde se suponen pasaron a la Antigua Roma. Se conservan pinturas donde esclavos abanican con flabelos a las matronas o para avivar el fuego de los sacrificios.




Objeto esencial en las culturas china y japonesa, tanto en ceremonias como en el teatro, que sintetiza la fantasía de estos pueblos en los diferentes tipos de abanico. Fabricado en bambú, seda, papel, marfil, tortuga, plumas y crespones, su suntuosidad llegaría en ocasiones a hacerlo inútil para su original objetivo: darse aire.​ Uno de los más famosos fue el que en el siglo XVII el emperador chino Chun-Hi le regaló a su esposa; estaba fabricado en jade blanco, con mango de ámbar tallado con bajorrelieves. En China, el origen del abanico rígido se sitúa hacia 2697 a. C., con el emperador Hsiem Yuan, y la referencia escrita más antigua (1825 a. C.) menciona dos abanicos de plumas ofrecidos al emperador Tchao Wong, de la dinastía Zhou.



Casi limitado a su uso ceremonial en China, sin embargo en Japón el abanico ha estado unido a lo cotidiano y a lo artístico; sobresalen en especial los relacionados con la ceremonia del té, los usados como objetos en el ritual Shinto, y los abanicos del atrezo teatral, como los exhibidos en los dramas Noh y el «tessen» o abanico de guerra.



En Europa se conoce desde el siglo XVI, traído de Oriente por los navegantes y comerciantes portugueses. Objeto raro y caro, fue en principio privilegio de damas linajudas, como Isabel I de Inglaterra que llegó a pagar 500 coronas por un bello ejemplar. Eran aquellos, en general, objetos de fantasía con elaborados trabajos de orfebrería en los mangos y cuerpo de exóticas plumas. Otros modelos, como los que pinta en Venecia Tiziano, eran los llamados de banderita, muy comunes en la Italia del siglo XVII.


La más antigua referencia documental en España aparece en la Crónica de Pedro IV de Aragón, donde entre los varios servidores del rey se cita "el que llevaba el abanico". También se mencionan "dos «ventall» de raso" en el inventario de bienes del príncipe de Viana; y en contextos relacionados con la liturgia eclesiástica aparecen con frecuencia los «flabellum». Todas son referencias de finales del siglo XV, anteriores al comercio de la península ibérica con Oriente, que fue la vía por la que llegaron a Europa los abanicos plegables.




Los primeros maestros abaniqueros conocidos en España son del siglo XVII. Así, se cuentan en Madrid Juan Sánchez Cabezas, Juan García de la Rosa, Francisco Álvarez de Borja o Jerónimo García. Con ellos trabajan pintores como Duarte de Pinto y Juan Cano de Arévalo. Una muestra de los abanicos bordados españoles en aquel Siglo de Oro es el que aparece en La dama del abanico, cuadro pintado por Velázquez hacia 1635. En Sevilla, trabajan los talleres de Carlos de Arocha, José Páez y Alonso de Ochoa. Del 8 de junio de 1693 se guarda noticia de una solicitud de abaniqueros madrileños para crear un gremio, que no llegó a cuajar.




Los defectos técnicos de los abanicos españoles hicieron que su producción fuera superada a finales del XVII por los fabricantes franceses e italianos. La perdida primacía no se restableció hasta el último cuarto del siglo XVIII, cuando el gobierno de Carlos II decidió subvencionar esa industria, traer de Italia un buen maestro en el oficio y limitar la entrada en España de abanicos extranjeros. En ese mismo periodo, también en Madrid, se conocen talleres en la calle del Carmen y en la Red de San Luis.



En un principio su uso era común para ambos sexos, llevando los hombres pequeños ejemplares en el bolsillo, y las mujeres unos de mayor tamaño como el "abanico de pericón". Su utilización se hizo progresivamente exclusiva de las damas, llegando a desarrollar un complicado código o "lenguaje del abanico" (según la posición en la que se situaba, o la forma de sostenerlo o usarlo, se estaba transmitiendo un tipo de mensaje u otro).



Así, por ejemplo, abanicarse rápidamente mirándote a los ojos se traducía como “te amo con locura”, pero si se hacía lentamente, el mensaje era muy distinto: “estoy casada y me eres indiferente”. Abrir el abanico y mostrarlo equivalía a un: “puedes esperarme”. Sujetarlo con las dos manos aconsejaba un cruel “es mejor que me olvides”. Si una mujer dejaba caer su abanico delante de un hombre, el mensaje era apasionado "te pertenezco". Si lo apoyaba abierto sobre el pecho a la altura del corazón: “te amo”. Si se cubría la cara con el abanico abierto: “Sígueme cuando me vaya”.



Si lo apoyaba en la mejilla derecha equivalía a un “sí”, pero si lo apoyaba sobre la izquierda era un “no” rotundo y cruel.


26 comentarios:

  1. has hecho un texto muy completo sobre la historia del abanico el cual has acompañado con muy buenas imágenes.

    amiga tiffany, un beso. feliz domingo.

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  2. En Sevilla donde vivo, siempre lo llevamos en el bolso.
    Tengo una colección importante de ellos heredados de abuelas, madre y comprados por mi....
    Me ha gustado recordar su historia
    Besitos

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  3. Qué post tan interesante, bien explicado e ilustrado. Yo vivo en Granada y de Mayo a Septiembre, no me falta alguno a mano, jajaja
    Besos.

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  4. Me ha encantado tu entrada , soy muy de abanico y en esta encontrado interesante historias , vamos que me quedo con todas jajaj. El abanico tiene mucho que decir a la hora de seducir . Felicidades , esta muy bien documentado. Un besazo preciosa.

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  5. Oh que bonita entrada! me recuerda a mi abuela que me enseño a usar el lenguaje de los abanicos. Si encuentras a alguien qeu lo domine también, se puede tener una buena conversación jejeje
    Un besazo Tiff!

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    1. 😯😯😯 eso seria de lo más interesante 🖤🖤🖤

      Un besazo, More!

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  6. Molto interessante 'la historia del abanico'.
    Hai scelto le foto bellissima!

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  7. Jolines, no sabía que era tan interesante la historia del abanico. O quizás ahora me lo parece porque lo utilizo.
    Ha sido un objeto que nunca me ha llamado la atención, ni siquiera tenía en casa, pero desde que hace algo más de un año empecé con los sofocos siempre tengo uno cerca.

    Besos.

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    1. Son lindos y elegantes 🖤 aparte de prácticos jeje

      Besos!!!

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  8. Uy interesante. Siempre me han gustado los abanicos. Te mando un beso.

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  9. Qué instructiva tu entrada de hoy. Me ha gustado mucho y he aprendido mucho a su vez. ¡Gracias!
    Besotes!!!

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    1. Muchas gracias linda 💗 que bueno que te gustara.

      Un besote!!!

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  10. Nos presentas un gran trabajo dedicado al abanico que desde luego es un paseo por la historia y las curiosidades que nos detallas. En Madrid, ciudad en la que yo resido, hay una tienda preciosa con unos abanicos tan bonitos que viene gente de todo el mundo a verlos y llevarse ese bonito recuerdo.
    Un fuerte abrazo, Tiffany 🎩😊

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  11. Interesante lo que contás, con un accesorio que es tan antiguo, estando en diversas culturas.
    Interesante que el abánico haya tenido auge en el romanticismo, un movimiento precursos de lo gótico. Podría darme alguna idea para un personaje.
    Besos.

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  12. Hola Tiffany!!
    Desde pequeña me encanta los abanicos, a mi en lo personal recuerdo mucho los abanicos españoles verlos y después de ver a Madonna en su presentación en MTV con su canción Vogue, obviamente la repetición. De ahí ver los abanicos en la cultura china es una hermosura y también me gustan mucho ver los Japón. Gracias por el post.
    Besos💋💋💋

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