martes, 24 de diciembre de 2024

Navidad, Caramelos y un Perro


Autor: Adriana Cloudy


La fiesta navideña muy dulce suele ser, pero lo que le ocurrió a cierto niño te hará palidecer. Se llamaba Manuel, apodado de cariño, simplemente “Lito” y era tan desobediente  que a su madre agotaba. Porque con ese niño, las penitencias no funcionaban. En su casa nunca ayudaba ni a colocar un mantel y apenas nadie lo vigilaba,  de sus deberes escapaba. El día de Nochebuena volvió su padre del trabajo y reparó de inmediato en la pobre madre cansada.

“¿Dónde estuviste, Manuel?” con seriedad inquirió.

Lito con la astucia del pícaro, un pretexto inventó:

“Tuve que pasear al perro que le dolía la panza.”

Y con un paso de danza el sinvergüenza se retiró.

Su padre le advirtió que nunca recibiría lo que todo el año esperó, si de ese modo seguía.

Sin embargo, a Lito esta sentencia no le importó.

Mirando desde su ventana espió toda la noche por la llegada de Santa. Pero  de pronto, algo lo sorprendió...

Su perro en el patio daba vueltas en círculos y cada vez que se sentaba un caramelo dejaba. Lito salió decidido a juntar esos dulces envueltos en papel de colores.

Que... cómo decirlo...su perro defecaba.

 


El animalito asustado del patio escapó afligido y detrás del perro fue Lito juntando cada caramelo mientras lo perseguía. El perro dobló en una esquina siempre con Lito detrás; llenando sus bolsillos de aquella inusual golosina.

Porque el perro corría y corría y de su pequeño ano otro caramelo salía.

Y quizás por exceso de alegría, el niño no se dio cuenta de que el camino escogido los llevaba al cementerio, donde muchos se perdían.

Apenas comprobó que estaba en ese sitio temido llamó a su perro enseguida y el pichicho la cola movió. Entonces,  algo pasó.

Una extraña voz lo interrumpió:

“¿Solito te vas a comer todos esos caramelos?”

Dijo alguien invisible que sintió palpando sus bolsillos.

Manuel pensando que se había topado con un ladrón, el primer caramelo desenvolvió.

“Ese es mi perro y estos son mis caramelos” con insolencia contestó.

Masticó, masticó y masticó. Y uno tras otro, se comió los caramelos que había recogido.

Hasta que la panza le dolió.

La voz,  otra vez, lo interrumpió:

“Recibiste tu regalo, ahora le daré uno mejor a tus padres.”

Manuel se dobló adolorido abrazando su estómago con fuerza y aunque quiso pedir ayuda solamente lanzó un gemido y algo similar a un ladrido. Miró a su perro un instante y así comprendió lo sucedido.

Y la voz misteriosa, dijo:

“Ahora vete a tu casa y sé un buen niño.”

El perro quiso mover la cola, pero como ya no tenía, simplemente sonrió y con su familia regresó.

2 comentarios:

  1. ¿A Lito le convirtieron en el perro y al perro en Lito?
    Y todo por no compartir los caramelos.
    Feliz navidad, Tiffany.

    ResponderEliminar
  2. Una bonita entrada nos dejas, y ese perro tan curios. La próxima vez será mejor compartir los caramelos jj. Espero que estés pasando unas muy felices fiestas. FELIZ NAVIDAD. BESOTESSSSSSS

    ResponderEliminar