¡Bienvenidos/as a una nueva Iniciativa
en Plegarias en la Noche! llamada "UNA HISTORIA PARA MI FANTASMA” porque este
mes de octubre tu fantasma va a necesitar que lo entretengas.
Con
el espíritu de Halloween 🎃 en el aire, nos sumergiremos en un mundo de terror y
misterio cada viernes. Donde les estaremos contando una historia diferente
llena de terror que nos harán temblar de miedo y nuestro fantasma estará feliz.
Los paso para sumarse es muy simple 😉 al igual que las Iniciativas de los años anteriores. Todos los viernes de octubre a las 22 hs de su país, cada Blog nos contaran cuentos, relatos, poemas y hasta leyendas exclusivamente de fantasmas. El formato lo eligen ustedes escrito o con un vídeo leyéndolo, puede ser de su autoría o de algún autor/a que les guste (no se olviden de mencionar de quien pertenece), llevando por supuesto el Banner de la iniciativa y mencionando a Plegarias en la Noche, para que más bloggers quieran participar y llenemos este hermoso espacio en un lugar terrorífico 👻
Así
que prepárense para sentir miedo, prepárense para temblar, y prepárense para
descubrir que el terror y los fantasmas están mucho más cerca de lo que uno/a
cree.
Una historia de fantasmas
Autor: Mark Twain
Fui a una gran habitación, lejos de
Broadway, de un gran y viejo edificio cuyos departamentos superiores habían
estado vacíos por años, hasta que yo llegué. El lugar había sido ganado hacía
tiempo por el polvo y las telarañas, por la soledad y el silencio. La primer
noche que subí a mis cuartos, me pareció estar a tientas entre las tumbas e
invadiendo la privacidad de los muertos. Por primera vez en mi vida, me dio un
pavor supersticioso; y como si una invisible tela de araña hubiera rozado mi
rostro con su textura, me estremecí como alguien que se encuentra con un
fantasma.
Una vez que llegué a mi cuarto me sentí
feliz, y expulsé la oscuridad. Un alegre fuego ardía en la chimenea, y me senté
frente al mismo con reconfortante sensación de alivio. Estuve así durante dos
horas, pensando en los buenos viejos tiempos; recordando escenas, e invocando
rostros medio olvidados a través de las nieblas del pasado; escuchando, en mi
fantasía, voces que tiempo ha fueron silenciadas para siempre, y canciones una
vez familiares que hoy en día ya nadie canta.
Y cuando mi ensueño se atenuó hasta un
mustio patetismo, el alarido del viento fuera se convirtió en un gemido, el
furioso latido de la lluvia contra las ventanas se acalló y uno a uno los
ruidos en la calle se comenzaron a silenciar, hasta que los apresurados pasos
del último paseante rezagado murieron en la distancia y ya ningún sonido se
hizo audible. El fuego se estaba extinguiendo. Una sensación de soledad se cebó
en mí. Me levanté y me desvestí, moviéndome en puntillas por la habitación,
haciendo todo a hurtadillas, como si estuviera rodeado por enemigos dormidos cuyos
descansos fuera fatal suspender.
Me acosté y me tendí a escuchar la lluvia
y el viento y los distantes sonidos de las persianas, hasta que me adormecí.
Me dormí profundamente, pero no sé por
cuanto tiempo. De repente, me desperté, estremecido. Todo estaba en calma.
Todo, a excepción de mi corazón - podía escuchar mi propio latido. En ese
momento las frazadas y colchas comenzaron a deslizarse lentamente hacia los
pies de la cama, ¡cómo si alguien estuviera jalándolas! No podía moverme, no
podía hablar. Los cobertores se habían deslizado hasta que mi pecho quedó al
descubierto. Entonces, con un gran esfuerzo los aferré y los subí nuevamente
hasta mi cabeza. Esperé, escuché, esperé.
Una vez más comenzó el firme jalón. Al
final arrebaté los cobertores nuevamente a su lugar, y los así con fuerza.
Esperé. Luego sentí nuevos tirones, y la cosa renovó sus fuerzas. El tirón se
afianzó con firme tensión: a cada momento se hacía más fuerte.
Mi fuerza cesó, y por tercera vez las
frazadas se alejaron. Gemí. ¡Y un gemido de respuesta vino desde los pies de la
cama! Gruesas gotas de sudor comenzaron a poblar mis sienes. Estaba más muerto
que vivo. Escuché unos fuertes pasos en el cuarto —como si fuera el paso de un
elefante, eso me pareció— y no era nada humano.
Pero era también como si se alejara de
mí. Lo escuché aproximándose a la puerta, traspasándola sin mover cerrojo o
cerradura, y deambular por los tétricos pasillos, tensando el piso de madera y
haciendo crujir las vigas a su paso. Luego de eso, el silencio reinó una vez
más.
Cuando mi excitación se calmó, me dije a
mí mismo:
—Esto ha sido un sueño, simplemente un
horrendo sueño.
Y me quedé pensando eso hasta que me
convencí que había sido solo una pesadilla, y entonces, me relajé lo suficiente
como para reír un poco y estuve feliz de nuevo. Me levanté y encendí una luz; y
cuando revisé la puerta, vi que la cerradura y el cerrojo estaba como lo había
dejado. Otra serena sonrisa fluyó desde mi corazón y se ondeó en mis labios.
Tomé mi pipa y la encendí, y cuando estaba ya sentado frente al fuego, ¡la pipa
se me cayó de entre mis dedos, la sangre se fue de mis mejillas, y mi plácida
respiración se detuvo y quedé sin aliento!
Entre las cenizas del hogar, a un costado
de mi propios huellas, había otra, tan vasta en comparación, que las mías
parecían de un infante. Entonces, había habido un visitante, y las pisadas del
elefante quedaban demostradas.
Apagué la luz y regresé a la cama,
paralítico de miedo. Me recosté un largo rato, mirando fijamente en la oscuridad,
y escuchando. Percibí un rechinido más arriba, como si alguien estuviera
arrastrando un cuerpo pesado por el piso; entonces escuché que lanzaban el
cuerpo, y el chasquido de mis ventanas fue la respuesta del golpe. En otras
partes del edificio escuché portazos. A intervalos, también oi sigilosos pasos,
por aquí y por allá, a través de los corredores, y subiendo y bajando las
escaleras. Algunas veces esos ruidos se acercaban a mi puerta, dubitaban y
luego retrocedían.
Escuché desde pasillos lejanos, el débil
sonido de cadenas, los que se iban acercando paulatinamente, a la par que
ascendían las escaleras, marcando cada movimiento con un matraqueo metálico.
Escuché palabras murmurantes; gritos a medias que parecían ser violentamente
sofocados; y el crujido de prendas invisibles. En ese momento fui consciente
que mi habitación estaba siendo invadida, y de que no estaba solo. Escuché
suspiros y alientos alrededor de mi cama, y misteriosos murmullos. Tres
pequeñas esferas de suave fosforescencia aparecieron en el techo, directamente
sobre mi cabeza, brillando durante un instante, para luego dejarse caer - dos
de ellas sobre mi cara, y una sobre la almohada.
Me salpicaron con algo líquido y cálido.
La intuición me dijo que podría ser sangre. No necesitaba luz para darme cuenta
de ello. Entonces vi rostros pálidos, levemente luminosos, y manos blancas,
flotando en el aire, como sin cuerpos flotando en un momento, para luego
desaparecer. El murmullo cesó, lo mismo que las voces y los sonidos, y una
solemne calma siguió. Esperé y escuché. Sentí que tendía que encender una luz o
moriría.
Estaba debilitado por el temor.
Lentamente me alcé hasta sentarme, ¡y mi rostro entró en contacto con una mano
viscosa! Todas mis fuerzas me abandonaron de repente, y me caí como si fuera un
inválido. Entonces escuché el susurro de una tela - pareció como si hubiera
pasado la puerta y salido.
Cuando todo se calmó una vez más, salí de
la cama, enfermo y enclenque, y encendí la luz de gas, con una mano tan trémula
como si fuera de una persona de cien años. La luz me dio algo de alegría a mi
espíritu. Me senté y quedé contemplando las grandes huellas en las cenizas. Las
miré mientras la llama del gas se ponía mustia. En ese mismo momento volví a
escuchar el paso elefantino. Noté su aproximación, cada vez más cerca, por el
vestíbulo, mientras la luz se iba extinguiendo poco a poco. Los ruidos llegaron
hasta mi puerta e hicieron una pausa.
La luz ya había menguado hasta
convertirse en una mórbida llama azul, y todas las cosas a mi alrededor tenían
un aspecto espectral. La puerta no se abrió, y sin embargo, sentí en el rostro
una leve bocanada de aire. En ese momento fui consciente que una presencia
enorme y gris estaba frente a mí. Miré con ojos fascinados. Había una
luminosidad pálida sobre la Cosa; gradualmente sus pliegues oscuros comenzaron
a tomar forma - apareció una mano, luego unas piernas, un cuerpo, y al final
una gran cara de tristeza surgió del vapor. ¡Limpio de su cobertura, desnudo,
muscular y bello, el majestuoso Gigante de Cardiff apareció ante mí!
Todo mi misterio dejó de existir - ya que
de niño sabía que ningún daño podría esperar de tal benigno semblante. Mi
alegría regresó una vez más a mi espíritu, y en simpatía con esta, la llama de
gas resplandeció nuevamente. Nunca un solitario exiliado fue tan feliz en
recibir compañía como yo al saludar al amigable gigante. Dije:
—¿Nada más que tú? ¿Sabes que me he
pegado un susto de muerte durante las últimas dos o tres horas? Estoy más que
feliz de verte. Desearía tener una silla, aquí, aquí. ¡No trates de sentarte en
esa cosa!
Pero ya era tarde. Se había sentado antes
que pudiera detenerlo; nunca vi una silla estremecerse así en toda mi vida.
—Detente, detente, o arruinarás todo.
De nuevo muy tarde. Hubo otro destrozo, y
otra silla fue reducida a sus elementos originales.
—¡Al infierno! ¿Es que no tienes juicio?
¿Deseas arruinar todo el mobiliario de este lugar? Aquí, aquí, tonto
petrificado.
Pero fue inútil, antes que pudiera
detenerlo, ya se había sentado en la cama, y esta era ya una melancólica ruina.
—¿Qué clase de conducta es esta? Primero
vienes pesadamente aquí trayendo una legión de fantasmas vagabundos para
intranquilizarme, y luego tengo que pasar por alto tal falta de delicadeza que
no sería tolerada por ninguna persona de cultura elevada excepto en un teatro
respetable, y no contento con la desnudez de tu sexo, tú me compensas
destrozando todo el mobiliario mientras buscas lugar donde sentarte. Tú te
dañas a tí mismo tanto como a mí. Te has lastimado el final de tu columna
vertebral, y has dejado el piso sembrado de astillas de tus destrozos. Deberías
estar avergonzado, ya eres bastante grande como para saber las cosas.
—Está bien, no romperé más muebles. Pero
¿qué puedo hacer? No he tenido chance de sentarme desde hace cien años —Y las
lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
—Pobre diablo —dije—, no debería haber
sido tan rudo contigo. Eres un huérfano, sin duda. Pero siéntate en el piso,
aquí, ninguna otra cosa aguantará tu peso.
Así que se sentó en el piso, y encendí
una pipa que me dio, le di una de mis mantas y se la puse sobre sus hombros, le
puse mi bañera invertida en su cabeza, a modo de casco, y lo puse sentir
confortable. Entonces, él cruzó sus piernas, mientras yo avivé el fuego y
acerque las prodigiosas formas de sus pies al calor.
—¿Qué pasa con las plantas de tus pies y
la parte anterior de tus piernas, que parecen cinceladas?
—¡Sabañones infernales! Los agarré
estando en la granja Newell. Amo ese lugar, como si fuera mi viejo hogar. No
hay para mí como la tranquilidad que siento cuando estoy ahí.
Hablamos durante media hora, y luego noté
que se veía cansado, y se lo dije.
—¿Cansado? —dijo—. Bueno, debería
estarlo. Y ahora te diré todo, ya que me has tratado tan bien. Soy el espíritu
del Hombre Petrificado que yace sobre la calle que va al museo. Soy el fantasma
del Gigante de Cardiff. No puedo tener descanso, no puedo tener paz, hasta que
alguien de a mi pobre cuerpo una sepultura. ¿Qué es lo más natural que puedo
hacer para hacer que los hombres satisfagan ese deseo? ¡Aterrorizarlos,
encantar el lugar donde descansan! Así que embrujé el museo noche tras noche.
Hasta tuve la ayuda de otros espectros. Pero no hice bien, porque nadie se
atrevía luego a ir al museo a medianoche. Entonces se me ocurrió acechar un
poco este lugar. Sentí que si escuchaba gritos, tendría éxito, así que recluté
a las más eficientes almas que la perdición pudiera proveer. Noche tras noche
estuvimos estremeciendo estas enmohecidas recámaras, arrastrando cadenas,
gruñendo, murmurando, deambulando, subiendo y bajando escaleras, hasta que,
para decir la verdad, me cansé de hacerlo. Pero cuando vi una luz en su cuarto
esta noche, recuperé mis energías nuevamente y salí con la frescura original.
Pero estoy cansado, enteramente agotado. ¡Dadme, os imploro, dadme alguna
esperanza!
Encendido por un estallido de excitación,
exclamé:
—¡Esto sobrepasa todo, todo lo que
ocurrido! ¿Por qué tu, pobre fósil antiguo, te tomás tantas preocupaciones por
nada? ¡Has estado acechando una efigie de yeso de tí mismo, ya que el verdadero
Gigante de Cardiff está en Albany! ¡Demonios! ¿No sabes en donde están tus
propios restos?
Nunca vi tan elocuente mirada de
vergüenza, de lastimera humillación. El Hombre Petrificado se levantó
lentamente, y dijo:
—Honestamente, ¿es eso cierto?
—Tan cierto como que estoy aquí sentado.
Sacó la pipa de su boca y la dejó en el
mantel, luego se irguió dubitativamente (de manera inconsciente, por algún
viejo hábito, llevó sus manos hasta donde los bolsillos de sus pantalones
deberían haber estado, y de forma meditativa dejó caer su barbilla en su
pecho), finalmente dijo:
—Bien, nunca antes me sentí tan absurdo.
¡El Hombre Petrificado ha sido vendido a alguien más, y ahora el peor fraude ha
terminado vendiendo su propio fantasma! Hijo mío, si tienes alguna caridad en
tu corazón de un pobre fantasma sin amigos como yo, no dejes que esto se sepa.
Piensa como te sentirías si te hubieras puesto tú mismo en ridículo también.
Escuché esto, y el bribón se fue
retirando lentamente, paso a paso bajó las escaleras y salió a la calle
desierta; me sentí triste que se hubiera ido, pobre tipo, y también porque se
llevó mi manta y mi bañera.
Genial historia. me gusto mucho. Y me unmo a la iniciativa. Te mando un beso.
ResponderEliminarGenial amiga!!! 👻
EliminarMe sumé, aunque un par de horas tarde. Tal vez sea más puntual el siguiente viernes.
ResponderEliminarhttps://eldemiurgodehurlingham.blogspot.com/2024/10/iniciativa-una-historia-para-mi-fantasma.html
Besos.
Muchas gracias amigo por sumarte 👻 me encanto la historia que elegiste 🤩
Eliminares una historia que deja sentimientos encontrados. a veces de miedo, otras veces con cierto sentido del humor y también de empatía con aquel fantasma grandulón y un tanto inocente.
ResponderEliminarme ha gustado mucho.
amiga tiffany, un beso. que tengas un bonito fin de semana.
Es una muy linda historia de un grande como Mark Twain 🖤
EliminarUn beso amigo
Madre mia, no sé si me dará tiempo hacer algo hoy, pero, sino el viernes me tienes como un clavo ajja. Tu historia, estoy de cuerdo con Draco hay instante que no sé si reír o temblar, pero esa es la grandeza del género de terror.
ResponderEliminarMuchísimas grais por esta iniciativa que me encanta. Un besote muy grande.
Amiga sos una grosa 🖤 muchas gracias siempre por sumarte 👻
EliminarUn besote!!!
He disfrutado de la lectura de tu historia.
ResponderEliminarEs una iniciativa muy creativa .
Besitos
Muchas gracias 👻 me alegra que te haya gustado 🖤
Eliminar¡Hola! Un año más me sumo a esta iniciativa, a partir del viernes que viene la empezaré. Me ha encantado este relato, una mezcla de terror y humor muy curiosa. ¡Nos leemos!
ResponderEliminarBuenísimo bonita!!! 🖤 muchas gracias por sumarte otro año 👻
EliminarBesos!!!
Pobre fantasma, tan torpe y tan poco eficiente. Acechando en un lugar equivocado, junto con otros fantasmas.
ResponderEliminarAdemás el narrador no cumplió su promesa, al narrar esta historia.
Besos.
Jajaja es una historia para reflexionar 👻 aparte mi fantasma es fans de Mark Twain 🖤
EliminarUn beso amigo!!!
Genial la historia, para reflexionar
ResponderEliminarMe alegra que te gustara 👻
EliminarHacia mucho que no la leía! gracias Tiff!
ResponderEliminarUn besazo!
Un placer 📖🎃
EliminarHola Tiffany.
ResponderEliminarSe me estaba pasando la iniciativa.
Y otra vez será en el tétrico blog habilidadesmonetarias.blogspot, todavía no recupero el acceso al archivosdelostracismo.blogspot,
Regreso a comentar el cuento de Mark Twain.
Nos vemos Tiffany.
Ay amigo 😖 pero mientras pueda participar genial 👻
EliminarMe encantó esta propuesta que no conocía.A partir de este viernes me uniré a las 22 hs de Argentina. Te espero por mi blog, "Alas de Papel". Abrazo grande. Muy buen relato de terror. Gracias por compartirlo. Susana
ResponderEliminarA vos por sumarte 💜
EliminarResulto un fantasma amistoso este gigante de cardiff.
ResponderEliminarLa parte donde le jala la sábana me recordó algún capítulo de la pantera rosa, fue divertido.
Gracias Tiffany por esta historia de mark Twain.
Listo Tiffany, el problema era de mi móvil, ya te sigo. Un abrazo
ResponderEliminar